
Cinco días paseando por la ciudad de la luz holandesa ―luz de bombillas Philips, naturalmente
Desde hace algunos años viajo por Europa a golpe de congreso de matemáticas. No sé si os lo había comentado alguna vez, pero Isabel es matemática, cosa que a mí, que soy vocacionalmente de letras, siempre me ha fascinado. En esta ocasión el congreso era en Eindhoven, y aprovechamos para ir a Amsterdam y hacer incursiones de unas horas en ‘s-Hertogenbosch y en Breda.
Eindhoven es una ciudad que raya los 225.000 habitantes; toda esta población pivota alrededor de un barrio central ―el Centrum―, en el que, además de la administración municipal, se concentra toda la oferta comercial, financiera, cultural y de ocio. Más allá no encontraréis nada más que industrias y viviendas, unidas ―y separadas a la vez― por un tejido enrevesado de vías de comunicación y canales. En esta periferia urbana, el modelo de vivienda dominante es la casa baja, de planta y uno o dos pisos, adosada a otras idénticas en series de diez o doce, que pueden repetirse en varias alineaciones, o aislada con un pequeño jardín. Entre estas casitas unifamiliares, de vez en cuando, se intercala un bloque de pisos moderno que rompe la uniformidad del conjunto.
Y todo inserido en un paisaje dilatado, llano y monótono, dominado por el verde claro de los cultivos y los pastos ―con o sin vacas―, y surcado por hileras de árboles que suelen delatar la presencia de un canal. Los celajes que hemos encontrado han sido mayoritariamente grises o con nubes tumultuosas, que nos han obsequiado con una finísima lluvia persistente y, en una ocasión, con un aguacero tempestuoso y granizo. También hemos tenido algunas horas de sol, ciertamente, y cuando esto ha ocurrido, las calles y las terrazas de bares y restaurantes se han llenado de holandeses en camiseta y pantalón corto deseosos de aprovechar los rayos vivificantes de nuestra estrella, nada pródiga con ellos a la hora de mostrar su faz limpia y brillante.
En este centro vital y palpitante de Eindhoven todo es nuevo; los bombardeos aliados de la Segunda Guerra Mundial, cuando la industria de la ciudad había pasado a ser industria de guerra nazi, destruyeron el legado histórico. El edificio religioso más antiguo y monumental es la iglesia católica de Santa Catalina ―Sint Catharinakerk―, una gran mole de ladrillo oscuro, de estilo neogótico, que substituyó a la anterior, de origen medieval, y que tuvo que ser restaurada después de la guerra. El atractivo de Eindhoven, pues, no es su pasado, sino su modernidad.
Que a Eindhoven no se viene a hacer turismo lo demuestra el hecho que en todo el centro comercial, abarrotado de tiendas, no hay ni una sola de souvenirs holandeses ―tulipanes de madera o de plástico, zuecos de colores, quesos de bola, cerámica de Delf… A Eindhoven se viene por algo; en nuestro caso, por un congreso de matemáticas. Pero también se puede venir para admirar su arquitectura moderna, estudiar en su Universidad Técnica, considerada una de las mejores de Europa, o visitar sus dos museos emblemáticos: el Philips Museum, en donde hice un viaje al pasado de la mano de electrodomésticos de los años cincuenta y sesenta, todos escrupulosamente expuestos en vitrinas ―radios, televisores, aspiradoras, maquinillas de afeitar eléctricas, tocadiscos…; y el Van Abbe Museum, un prestigioso centro de arte moderno y contemporáneo, en donde, a través de su colección permanente, hice un recorrido por el intrincado mundo del arte del siglo XX, desde los postimpresionistas hasta las corrientes actuales.
Para rematar nuestra estancia en Eindhoven, los organizadores del congreso nos obsequiaron con una cena en el marco del Philips Stadion, el estadio de futbol del PSV Eindhoven, otro de los orgullos de la ciudad. Nos pasearon por los palcos, por los vestuarios, por las salas técnicas, para terminar sentados en el gran salón donde directivos, técnicos y jugadores celebran los éxitos del PSV ―Philips Sport Vereniging―, en un primer momento integrado exclusivamente por trabajadores de la fábrica Philips, el principal motor de la ciudad desde su fundación en 1891.

Ajuntament d'Eindhoven / Ayuntamiento de Eindhoven

Sint Catharinakerk

Entrada al Piazza Center

Galeries Heuvel / Galerías Heuvel

El Admirant (2006), de Dam & Partners Architekten

El Regent (1999), de J. van Gils

Art Hotel

Torre Vestada (2006), de Jo Coenen & Co Architekten

Escola de Disseny / Escuela de Diseño

Philips Museum

Sala del Van Abbe Museum

Lichttoren (1909-1921), de Dirk Roosenburg, antiga fàbrica Philips