El poeta de Gaza, de Yishai Sarid

El pasado mes de abril una amiga me recomendó la lectura de El poeta de Gaza, de Yishai Sarid. Busqué el libro en la base de datos del ISBN y no lo encontré; luego vi que no estaba editado en España, sino en Méjico, y que la única forma de tener acceso a él era en formato e-book. Como no dispongo de libro digital y tampoco quería empezar a buscar sin la seguridad de que valía la pena, decidí pedirlo prestado.

Cuando tuve el libro en las manos, vi que en el año 2011 había ganado un premio de literatura policíaca en Francia, y me extrañó que mi amiga me recomendase una novela negra. Pensé que quizás había caído en la moda del consumo de este género, del que ya estoy vacunado. Y empecé la lectura con cierta prevención.

Pero no, El poeta de Gaza (Mondadori, Méjico D. F., 2013) no es una novela policíaca al uso a pesar de que la protagoniza un agente del Servicio de Seguridad General israelí y hay un objetivo criminal. Con esta obra, Yishai Sarid, abogado de formación y de profesión, nos ofrece un relato a través del que sentimos el pálpito del conflicto que enfrenta a israelíes y palestinos, y, de rebote, el mundo occidental con el mundo árabe. La misión del agente secreto es el hilo conductor que nos va presentando la cotidianidad de un tipo de vida en tensión permanente, porque el enemigo està tan cerca, que te lo puedes cruzar en cualquier parte, en cualquier momento. Al margen de la trama, la novela nos aproxima al drama palestino y a la neurosis israelí, en donde todos son perdedores de una guerra sin fin. Porque si el objetivo de las personas es vivir en paz, allí no se puede: el dolor que se causan mutuamente desde hace más de medio siglo y que abarca casi a cuatro generaciones, no se lo permite; el temor y la mala conciencia de la usurpación violenta de unos y el odio de los otros corroe las vidas de ambos pueblos.

Hace años leí las memorias del escritor israelí Amos Oz —Una historia de amor y oscuridad. Siruela, 2004—, publicadas en el 2002; en ellas se presentaba el nacimiento del Estado de Israel como un triunfo del pueblo judío, pero un triunfo que desde el primer momento estaba condenado a ser el fracaso de la convivencia con el pueblo palestino, desposeído de buena parte de su territorio con la connivencia internacional, salvo los países árabes. De hecho, es la política de expansión territorial israelí y la tolerancia occidental, encabezada por los Estados Unidos, las que han llevado el problema palestino a un callejón sin salida y, por extensión, al enfrentamiento entre una parte de los que profesan el Islam con Occidente. El permanente estado de guerra entre Israel y el pueblo palestino se ha globalizado, y hasta que en este punto del Medio Oriente no haya paz, no la habrá en ninguna parte. Porque la injusticia que viven los palestinos, su drama como pueblo expulsado, ha alimentado y alimenta el odio y la venganza de los que los sienten como hermanos. Todo esto se percibe en El poeta de Gaza: el miedo, la persecución, la inseguridad permanente que devalúa la vida, la fuerza del estado dominador y sus mecanismos de protección implacables, el odio suicida del pueblo marginado y perseguido…, y la vida que, tozuda, fluye y enraíza en la adversidad como el pino enraíza en la roca.

Yishai Sarid escribe Limassol —título original de la novela— en primera persona y con una prosa ágil y directa, que, es cierto, tiene mucho que ver con la que se emplea en la novela negra, pero sin el cinismo ocurrente de los clásicos del género ni los personajes estereotipados a pesar de las variadas caracterizaciones con que los autores contemporáneos se esfuerzan en adornarlos  —gourmets, melómanos, afeminados, mujeriegos, hogareños… El poeta de Gaza se acerca más al thriller psicológico de Patricia Highsmith que a los enrevesados misterios de Agatha Christie o a las tribulaciones venecianas de Donna Leon, y a pesar de que el protagonista es un profesional del interrogatorio, nada que ver con las continuas retahílas de preguntas y respuestas de Ross Macdonald o Simenon. Para el lector atento, El poeta de Gaza es una lectura que va más allá de lo que relata.

Mientras escribía esta nota he descubierto una edición de la novela de Yishai Sarid en catalán, del 2012, publicada con el título original —Limassol— y traducida del hebreo por la misma traductora que la traduce al castellano para Mondadori, Roser Lluch. Quizás por esto, salvo encontrarte que en los hoteles tienen una “alberca” en lugar de una piscina y que en los baños de las casas tienen “regaderas” en lugar de duchas, nadie diría que estamos ante una edición mejicana.