Jan Hus, héroe nacional checo

Una de las cosas que más me estimula es adquirir un nuevo conocimiento, descubrir un hecho, una obra, un personaje que me resulte admirable y que restituya al ser humano la dignidad que tantos y tantos se enpeñan en arrebatarle con sus actuaciones indignas. Me conforta encontrarme con hombres y mujeres abnegados, que, desde ámbitos muy distintos, han luchado y luchan en favor de la hermandad, la renovación de ideas y contra la corrupción y la injusticia. En el viaje a Praga del mes de setiembre pasado la casualidad me hizo descubrir la figura de Jan Hus más allá del simple hecho de contemplar su monumento en la plaza de la Ciudad Vieja.

Caminaba por la plaza de Belén cuando, harto de soportar la llovizna que caía desde hacía rato, decidí entrar en un edificio de aspecto religioso que el mapa turístico con el que me movía identificaba como la Capilla de Belén. Me sorprendió que el acceso fuese una sencilla puerta de madera en un callejón lateral sin salida. Dentro me encontré con un vestíbulo rústico y una escalera que conducía al piso superior. De una estancia adyacente salió una mujer que me invitó a ver la capilla y me facilitó una hoja plastificada con información.

Al entrar en la capilla me encontré con un espacio amplio y luminoso, sin ningún atractivo arquitectónico y que estaba en uso, como indicaba la disposición de las sillas y los micrófonos y altavoces del estrado. Y como estaba solo y afuera llovía, me senté y me puse a leer la hoja para enterarme de la relevancia de aquel lugar tan poco relevante. Entonces supe que estaba en la reconstrucción de la capilla desde cuyo púlpito, entre los años 1402 y 1412, Jan Hus había predicado sus ideas religiosas reformistas, origen del movimiento husita. Crítico con la relajación moral del clero, Hus, haciéndose eco de los postulados de John Wycliffe, propugnaba un retorno al cristianismo primitivo, con la figura de Jesús y las Sagradas Escritura como fuentes directas de la fe, sin necesidad de una jerarquía religiosa amparada bajo el paraguas de una Iglesia ostentosa, extraviada en la lucha por el poder terrenal. (Es preciso tener en cuenta que entre 1348 i 1417 —periodo en que vive Jan Hus (1369-1415)— la Iglesia católica está dividida por la pugna entre dos papas rivales, uno en Roma y otro en Aviñón. Es el periodo que históricamente se conoce como el Cisma de Occidente.)

La voz de Hus, un humilde hijo de campesinos que por méritos propios llegó a rector de la Universidad Carolina de Praga, caló en sus conciudadanos y reunió un gran número de adeptos a sus propuestas de renovación religiosa y social. Por esto, cuando el año 1414 fue condenado por herejía en el Concilio de Constanza, al que había ido a defender sus tesis, y unos meses más tarde ejecutado en la hoguera, se produjo un movimiento de insurrección liderado por nobles bohemios y moravos que acabó en las guerras husitas entre los seguidores de Hus y el Sacro Imperio Romano Germánico. Y no es hasta la batalla de la Montaña Blanca, en 1620, que la Iglesia Católica Romana triunfa definitivamente sobre las corrientes reformadoras protestantes y se establece con fuerza en Bohemia y Moravia.

Se cuenta que, a pie de patíbulo, Hus dijo a su verdugo: «Hoy asarás una oca —hus significa oca en lengua bohemia—, pero dentro de un siglo te encontrarás un cisne que no podrás asar». Y en efecto, un siglo más tarde aparece la figura de Martín Lutero que, con el triunfo de su Reforma protestante, pone en práctica muchas de las tesis que Jan Hus había defendido.

La Capilla de Belén original se derrumbó en el siglo XIX y en el solar se levantó una casa familiar. Pero la veneración que sienten los checos por Jan Hus, a quien consideran héroe nacional, hizo que en 1949 se decidiese reconstruirla siguiendo dibujos y grabados de la época. Las obras terminaron en 1954 y desde entonces el espacio rinde tributo a Jan Hus con un museo permanente en la primera planta y la celebración de diferentes actos entre los que destaca la ceremonia eucarística con la que se conmemora su muerte en la hoguera el 6 de julio de 1415. En recuerdo de este suceso, el día 6 de julio es la Fiesta Nacional Checa.

Ante la relevancia histórica y emocional de Jan Hus para los checos, resulta paradójico que éstos sean los más escépticos de Europa en cuanto a religión, con un 80 % que se declaran abiertamente ateos o indiferentes. Quizás la rememoración año tras año de la cruel ejecución de un siervo de Dios en nombre de Dios los ha hecho llegar a la conclusión que no hay Dios que valga.