Por las sierras de Milany y de Santa Magdalena de Cambrils

De Valfogona de Ripollès al castillo de Milany y Santa Magdalena de Cambrils por las masías de les Estunes y de Piella, el cerro de Cantallops y el collado de la Valona; regreso por el PR C-59.2

Las sierras de Milany y Santa Magdalena de Cambrils pertenecen a este territorio montañoso de afiliación incierta situado en la confluencia de los Pirineos, las Cordilleras Costeras y la Depresión Central, que unos incorporan al llamado Subpirineo y otros al Sistema Transversal. Se trata de elevaciones medias (1.547 m máximo) de areniscas y conglomerados, cubiertas de bosque, que se extienden de oeste a este entre el Ripollès y la Garrotxa.

Mapa de l'itinerari / Mapa del itinerario

Empezamos la caminata a las 8 de la mañana en Vallfogona de Ripollès con el mapa 1: 25.000 de la Alpina correspondiente al Taga en el bolsillo. Seguimos la señalización del PR C-59.1, que conduce a Ripoll, hasta el puente de cemento que cruza la riera de Vallfogona. La atravesamos y subimos por un margen para tomar un sendero que nos llevará a la masía Planallonga. Desde allí, seguimos por la pista que, en fuerte pendiente, sube hasta les Estunes. Un ciclista nos  sigue, jadeando. Lo dejamos cuando tomamos el atajo del camino viejo, que al principio está bastante perdido. Cuando encontramos de nuevo la pista, el ciclista nos avanza y saluda. Insistimos en seguir por el camino viejo y llegamos a les Estunes, en donde al payés nos informa del mal estado de la ruta que queremos seguir. Le hacemos caso a disgusto y proseguimos por la pista cementada hasta la masía de Piella, una de la fincas más grandes del Ripollès, con 700 ha. Está en venta, nos ha informado el payés. Lo digo por si a alguien le interesa. La masía está cerrada; ahora ya no vive nadie, pero hay ganado y un par de perros, que nos ladran cuando nos oyen. Son más de las 10 h y desayunamos en un pequeño cerro encima mismo de la masía y con la ermita de la Mare de Déu dels Àngels a nuestros pies. Tanto la masía como la ermita tienen el tajado nuevo.

Siguiendo el mapa, trepamos por el Serrat del Vent. Primero de mala manera; luego, encontramos una especie de sendero y lo seguimos monte arriba. La pendiente es fuerte y hace falta ponerle empeño. Pasamos del robledal al hayedo y el sotobosque se aclara. Lo agradezco. Las matas de boj y las zarzas nos amargaban. Finalmente alcanzamos la cima del cerro de Cantallops (1.392 m) y empezamos a reseguir la línea de cumbres que ya no dejaremos hasta la ermita de Santa Maria de Cambrils.

Por las cumbres la marcha es fácil a pesar de que se suceden las subidas y bajadas. Transitamos por un prado alargado, a lado y lado del cual desciende el hayedo. De vez en cuando nos adentramos en él y, entonces, nos envuelven los tonos tostados de la hojarasca, el gris metálico de los troncos y el verde tierno de las hojas nuevas. El juego de nubes y claros del cielo permite efímeros contraluces que intento captar con la cámara.

Llegamos al castillo de Milany alrededor de las 12 h del mediodía. Descansamos un rato y continuamos. Ahora el sendero está señalizado con las franjas rojas y blancas del GR 3 y las amarillas y blancas del PR C-59, que coinciden durante un tramo. Como el día es más bien apagado y los infinitos, turbios, me entretengo fotografiando la vegetación. El hayedo es espléndido y presenta las dos especies típicas de su sotobosque: la escila del Pirineo y el eléboro verde. También encontramos orquídeas y Fèlix me ilustra sobre el origen del nombre. Orquídea viene de orchis, que es la latinización de la palabra griega opxis, que significa testículo, y hace referencia a los dos pequeños bulbos que hay en la base de la orquídea y que recuerdan los testículos masculinos. De ahí viene también el término “orquitis” para designar la inflamación del testículo. Cada día Fèlix me sorprende más con su saber enciclopédico.

Seguimos por la línea de cumbres y, según la toponimia, pasamos de la sierra de Milany a la de l’Obiol y, luego, a la de Santa Magdalena de Cambrils. Sin embargo, nosotros no notamos nada. El paisaje que nos rodea es de un idéntico verde exuberante sin discontinuidad alguna. Ha empezado a llover  y al llegar a la ermita de Santa Magdalena, nos refugiamos en ella. En su interior hay una mesa y cinco sillas, y ante la imagen de la santa sacamos pan, queso y longaniza y hacemos un tentempié que nos permita aguantar hasta llegar a Vallfogona. Son las 14,30 h y todavía nos quedan dos horas de bajada por el PR C-59.2.

Llegamos a Vallfogona a las 16,30 h y la dueña del restaurante El Forn nos acepta a la mesa a pesar de la hora. Y reponemos fuerzas con unas patatas rellenas, unos canelones de setas y mejillas de ternera al horno.