Sierras de Mallorca

Muntanyes d’Artà. La ermita de Betlem

Las Muntanyes d’Artà son el macizo montañoso más importante de las llamadas Serres de Llevant y que, en relieves aislados, recorren la parte oriental de Mallorca, de nordeste a sudoeste. Se localizan en el extremo septentrional de esta unidad geomorfológica y constituyen uno de los paisajes más abruptos de la isla. Y precisamente en el corazón de estas montañas ásperas y escarpadas, con gamones, carrizos y palmitos enraizados entre las piedras, está la ermita de Betlem.

La ascensión a la ermita es una caminata clásica de los senderistas mallorquines, de los adoptados, como yo mismo, y de los turistas de bota y mochila. Pero también es un destino para el turismo motorizado, local o forastero, ya que una pista asfaltada te lleva hasta allí desde Artà; eso sí, mediante una ascensión sinuosa que pone a prueba la habilidad del conductor. La ermita de Betlem está a 10 Km de Artà; cada primero de mayo los artanenses realizan una subida tradicional desde el pueblo y, entonces, el tranquilo lugar se llena de gente y de vehículos.

Isabel y yo subimos a la ermita a menudo, solos o en compañía: con Helena y Tomeu, Fina y Vicenç, Toni y Maribel… Pero nunca el primero de mayo. Subimos desde es Canons, que, viniendo de Can Picafort, es lo que nos va mejor; pero también se puede subir desde s’Alqueria Vella d’Avall y desde Artà. En cualquier caso la subida es sencilla y solo varia la duración. Desde es Canons se sube en apenas una hora de ascensión cotinuada; desde s’Alqueria Vella la subida es algo más larga, una hora y media, pero menos empinada; desde Artà se va por el Camí Vell y se tarda dos horas.

Por el lado de es Canons, el camino se toma desde la carretera que lleva a la urbanización de Betlem, justo a su entrada, a mano derecha; está señalizado con un palo indicador del GR-222, que va de Artà a Lluc. Empieza siendo una pista que pasa por las Cases des Quarter de Betlem, un conjunto de edificaciones que alojaron soldados y que el Ayuntamiento de Artà ha convertido en casa de colonias y lugar de acampada, y por las casas abandonadas de la posesión de Betlem. A la altura de las casas la pista se bifurca y tenemos que tomar a la izquierda, siguiendo las señales. Un poco más adelante la pista se convierte en un camino más estrecho, a tramos empedrado, que asciende por la izquierda del torrente de s’Agua Dolça. Este camino es el antiguo camino de herradura que comunicaba las casas de la Colònia de Sant Pere con Artà por el Pas des Grau.

Barranco del torrente de s'Aigua Dolça, por donde circula el camino a la ermita

Superado el paso, cruzamos el torrente y seguimos subiendo hasta encontrar la Font de s’Ermita o de na Bernadeta, en referencia a la imagen de la santa que hay en una especie de capilla troglodítica. El lugar es sombreado y acogedor, y la gente se detiene en él para beber agua y comer un poco. A partir de aquí el camino se ensancha y no tardamos en llegar a la ermita, a la que se accede por una doble hilada de cipreses majestuosa.

La ermita fue fundada en el año 1805 por eremitas procedentes de Randa y de Valldemossa, que ocuparon las tierras y las casas abandonadas de Biniangorfa, cedidas por su propietario. El edificio actual data de 1827 y se pudo construir gracias a los poderosos benefactores de los ermitaños, entre los que se encontraban el cardenal Despuig y el canónigo Joan Dameto, que no sé quién son, pero que me suenan porque ambos tienen calles en Palma, y el cardenal, además, en Artà, Campanet, Porto Cristo y Felanitx. Debía de ser un pez gordo.

De detrás de la ermita parte un sendero que remonta hasta el Puig de Sa Coassa. Vale la pena hacer este pequeño esfuerzo adicional porque la vista desde el risco sobre el estrecho llano que hay a pie de montaña, la bahía de Alcúdia y la península de Formentor, al fondo, es espléndida. Los días claros, desde aquí se distingue perfectamente un largo tramo de la Serra de Tramuntana, con el Massanella y el Puig Major como cumbres más sobresalientes.

Sa Talaia Freda (562 m), Sa Tudosa (442 m), Sa Talaia Moreia (433 m) y el cabo de Ferrutx; en el llano, la urbanización de Betlem

Y si aún se quiere un poco más de marcha, en tres horas puedes plantarte en el Bec de Ferrutx, en el extremo meridional de los acantilados que por el noroeste dibujan las Muntanyes d’Artà. Una atalaya de 523 metros desde donde se divisa media Mallorca.