LA JUGADA

Tonet tiene diez años, es un buen jugador de baloncesto y vive en una masia con su padre, que tiene una granja de patos. La muerte de la madre los ha transtornado a los dos, aunque Tonet lo lleva mejor que el padre, que bebe y se ha convertido en un hombre huraño e irritable. ¿Què puedo hacer para recuperar el padre de antes?, se pregunta Tonet. La respuesta le llega inesperadamente un día en la escuela con la visita de una escritora. Y a partir de este momento, sin saberlo, primero, y con plena consciencia, después, empieza a preparar una gran jugada.

Empecé la redacción de La jugada pensando en una historia cruda de maltrato infantil. Pero la inocencia y ternura del personaje trastocaron los planes iniciales y convirtieron la maldad gratuita de un padre en desesperación por una pérdida dolorosa. Y así, casi sin darme cuenta, escribí esta novela que poco tiene que ver con la que había imaginado antes de sentarme delante del ordenador. De hecho, podría decirse que Tonet escribió su propia historia; yo tan solo fui su transcriptor. Ésta fue la sensación que tuve cuando, una vez terminada, la releí. Sin embargo, pensé que él tenia razón. Me gustaba mucho más su historia que la mia.