Una vocación temprana, que tardó en cuajar y dar los mejores frutos.
Nací en Barcelona el año 1948, en el barrio del Poble-sec. Mi padre trabajaba en una administración de fincas y mi madre vendía fruta en el mercado hasta que se casó y pasó a ser una ama de casa. De modo que no tengo pedigrí intelectual, y me costó tiempo vencer dudas y vacilaciones y lanzarme decididamente a crear una obra propia.
Guardo mal recuerdo de la escuela y en general de mi infancia. Primero un maestro feroz y luego una larga enfermedad me la amargaron. Quizás por eso no me gusta hablar de ella.
La adolescencia no es que fuese mejor y también la podemos pasar de largo. Sin embargo es ahora cuando, tímido y solitario, empiezo a leer todo lo que llega a mis manos, salvo los libros de texto. Esta etapa, que considero decisiva en la vida de una persona, la he convertido repetidamente en argumento de mi obra juvenil. Hijos de la opulencia, L'any que van venir el Beatles y 24 imatges per segon versan sobre el tránsito de la infancia a la juventud, a menudo tan difícil.
Mi paso por la universidad es dubitativo y errático. Empiezo en la Facultad de Ciencias Económicas (1966) y acabo en la de Filosofía y Letras licenciado en Geografía. Entremedio he trabajado en unos estudios cinematográficos como técnico y he aprendido el oficio de hacer películas. También he escrito y publicado la primera novela juvenil, Rumbo a Elobey, que más tarde, con mayor madurez y convicción, reescribo y publico con el título de El cofre del negrer.
A partir de este momento inicio una larga trayectoria profesional que ha girado alrededor del audiovisual, la enseñanza y divulgación de la geografía, y la escritura. Los premios Joaquim Ruyra de los años 1995 y 1997 con El galeón de las islas Cíes y La maldición de los Da me proporcionan la confianza suficiente como para dedicarme casi de forma exclusiva a la creación literaria.
Títulos como El vampiro del torreón, Vertidos clandestinos y La aventura de Saíd llevan más de 20 años leyéndose en las escuelas.