La taberna galáctica de Josep Maria Beà

El jueves, 1 de diciembre, en el Cercle Artístic de Sant Lluc se presentó la tercera edición de Historias de Taberna Galáctica, de Josep Maria Beà. Del amigo Beà ya hablé a raíz del premio que le concedió la Asociación de Autores de Cómic de España en el marco del pasado Saló del Còmic Internacional de Barcelona (nota 10/05/2016). Hoy de quien toca hablar es de su taberna galáctica, un negocio montado en un meteorito en el espacio interestelar, en donde se reúne lo peor de la fauna que pulula por las rutas comerciales del Universo. Nemo, Hycrotan, Toksath, Ondrakor y hasta doce contertulianos más cuentan historias ocurrentes, enigmáticas, crueles, sentimentales o divertidas; todas fruto de la mente creativa de mi amigo Beà.

Pero a mí, más que las historias, lo que me gusta es la atmosfera de la taberna, los personajes que desfilan por ella, sus comentarios, la composición de las viñetas, sus detalles; es aquí donde el humor surrealista de Josep Maria Beà adquiere la máxima expresión e imprega la obra de una crítica mordaz e inteligente que la hace única.

Carlos Giménez dice en el prólogo a la primera edición que, después de Beà, el universo, en los tebeos de ciencia-ficción, ya no será como antes. Yo creo que esta apreciación se podría extender a todo el género de la ciencia-ficción. Después de Historias de Taberna Galáctica la ciencia-ficción tradicional, salvo contadas excepciones, queda reducida a una mera narrativa de aventuras futuristas intrascendente y boba. Lo que Cervantes hizo a las novelas de caballerías con la publicación del Quijote, Beà lo ha hecho a la ciencia-ficción con su Taberna Galáctica. La parodia genial ha hecho trizas el género y lo ha convertido en pienso para el canario, bagatela irrelevante, entretenimiento para críos adultos.

A veces he pensado que si Beà hubiese nacido en Estados Unidos, su taberna galáctica ya se habría convertido  en una serie televisiva y varios largometrajes y habría dado pie a toda una operación de merchandising que habría situado a sus estrafalarios personajes en todos los hogares del planeta. Pero otras veces creo que no, que me equivoco, y que si no ha sido posible después de intentarlo ―porque en los años 90 se intentó―, es porque no podía ser.

¿Por qué no podía ser? Primero, porque el humor de Beà es demasiado refinado para el mercado norteamericano y para el público televisivo en general, es demasiado corrosivo para la buena gente, demasiado irreverente, demasiado desinhibido, demasiado provocador; sus referentes hay que buscarlos en las vanguardias de principios del siglo XX en Europa, en los dadaístas, en los surrealistas, en la escritura automática, en la interpretación freudiana de los sueños. Segundo, porque si hubiese nacido en Estados Unidos, Beà ya no sería el mismo; a mi amigo le era preciso la posguerra, unos padres tenderos, escolarizarse en los maristas de Sants, vivir la autarquía española, la Barcelona gris y temerosa del franquismo para amalgamarse y llegar a ser quien es: un hombre brillante, divertido, inquieto y contradictorio, tocado por el escepticismo de quien ha superado la miseria cultural de su entorno.

Desde su publicación por primera vez en forma de álbum por Tutain Editor, en el año 1981 ―las historietas habían aparecido antes por entregas en la revista de cómic 1984―, Historias de Taberna Galàctica se ha convertido en un referente para los amantes del cómic, sobre todo europeos, incluso los más friquis la han elevado a la categoría de libro de culto y lo adoran, como otros friquis adoran la Biblia o el Corán. En esta última y excelente edición de Trilita Ediciones, calificada como definitiva, las historietas van acompañadas de prólogos y apéndices que completan la visión de la obra y de su autor. Un regalo original y cósmico para estas Navidades.

Enlazo con el blog de Trilita Ediciones, en donde encontraréis información y páginas de esta edición de Historias de Taberna Galáctica.