Los patos de Joan Aguiló

Tradición y street art en Can Picafort

Por la Mare de Déu d’Agost Can Picafort está de fiestas. Uno de los actos más populares y tradicionales es el lanzamiento de patos al mar. Cuando conocí a Isabel hace veintitantos años, los patos eran de verdad y los bañistas tenían que esforzarse para cogerlos. Ahora, los patos son de plástico y los bañistas, en lugar de esforzarse, se pelean con el agua al cuello para atrapar uno. Antes, la recompensa era llevarse el pato a casa y guisarlo; ahora, cada pato lleva un número y participas en un sorteo en el que te puede tocar desde un viaje a Port Aventura hasta un corte de pelo o una permanente en “Apolonia. Peluqueros”. De hecho, ahora es más un acto para los niños que para los intrépidos nadadores de antaño. El lanzamiento de patos de Can Picafort se ha adaptado a unos  tiempos más considerados con los animales.

Hace un par de años Joan Aguiló, picafortino por adopción —toda la vida ha veraneado en Can Picafort—, eligió este acto festivo como tema para adornar el paseo Marítimo con pequeños murales de una delicada ingenuidad. Es la primera manifestación de sreet art que vi en Can Picafort de este artista, que en estos momentos ya ha realizado obras en otras poblaciones y ciudades de dentro y de fuera de la isla—Palma, Barcelona, Madrid, Nápoles, Lübeck, Beirut.... Licenciado en Bellas Artes, es tras una estancia en Berlín que se interesa por este tipo de pintura mural en la calle, que, más allá de la mamarrachada grafitera habitual, convierte fachadas medianeras, muros y tabiques urbanos en verdaderas obras de arte. Ahora, además de la serie de los patos, Can Picafort cuenta con tres obras suyas más: la fachada del Hotel Can Picafort, el frontal del bar Cas Puput y el armario de conexiones eléctricas del paseo de Colón; en todas, los niños y el baño, ya sea en el mar o en el barreño, están presentes, en una clara evocación de su propia infancia en esta localidad.

Relacionado con otros artistas de su misma disciplina, Joan Aguiló (Palma, 1984) pretende convertir Can Picafort en un referente del street art, y con esta finalidad el año pasado invitó a Francisco Bosoletti (Armstrong, Argentina, 1988), Hyuro, artista argentina establecida en Valencia, y Marina Molada —Marina on the Wall— (Palma, 1988) a mostrar su talento a los picafortinos y a los miles de turistas que invaden la localidad durante el verano. Lo hizo en el marco del “Saladina Art Fest”, un encuentro que, si todo va bien, traerá artistas de todo el mundo hasta esta pequeña población de la bahía de Alcúdia para que conviertan lienzos urbanos sin interés en bellos murales.

Me cuenta todo esto a las once y media de la noche, sentados en el MaryPaz ante un cortado. También me habla de sus proyectos hasta que una llamada de los amigos lo reclama. Y es que he tenido que apartarlo de una celebración en la que lucía una espléndida peluca afro. Mañana es 15 de agosto, la fiesta grande de Can Picafort, y las calles están llenas de gente cenando al fresco o paseando. En el puerto, las embarcaciones que han de lanzar los patos al mar ya están preparadas. El año pasado estuve en el agua junto con Guillem y Ben, mi nieto, para intentar atrapar alguno. Sólo Guillem pescó uno, llevaba el número 138. Pero en la rifa no nos tocó nada. Quizás mejor, porque si me llega a tocar la permanente de la Apolonia o un conjunto de pareo y bañador, deferencia de “Katyna. Moda femenina”, habría quedado la mar de lucido.