Reflexiones

Una mirada a las elecciones catalanas

Como veo que todo el mundo hace análisis de las elecciones del 27/S, he pensado que por qué no hago uno yo también. Y me he puesto en ello.

Empezaré por los únicos que se han reconocido como perdedores: Unió Democràtica de Catalunya (UDC). Sí, la democracia cristiana nacionalista ―que no independentista― ha pinchado. No se lo esperaban. Pero romper la sociedad con Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) en un momento en que el catalanismo pactista no tiene con quien pactar, no ha sido un buen negocio. Son los únicos que no han hecho interpretaciones generales y lecturas sesgadas. Supongo que bastante tienen con lamerse las heridas. Ahora depositan sus esperanzas en las elecciones generales, que mucho me temo serán su tumba definitiva. Porque la derecha española que ahora está en el gobierno del Estado y con la que han coqueteado en diversas ocasiones ha tensado demasiado la cuerda y finalmente se ha roto.

De menos a más en al arco parlamentario, toca hablar primero de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), que ha pasado de 3 diputados en el 2012 a 10. La CUP ha recibido el voto de la izquierda radical independentista y de todos los jóvenes independentistas que no se identifican con los partidos de sus padres. Ahora, este partido asambleario que aglutina la efervescencia renovadora de los jóvenes, el descontento popular catalanista y socialistas en estado puro, tendrá que llegar a acuerdos con la plataforma de Junts pel Sí (JxSí), en la que se integra CDC, uno de sus enemigos históricos. En sus manos está la responsabilidad de la continuidad del proceso hacia la independencia sin más contratiempos de los que ya suponen las posiciones españolistas, contrarias al referéndum. Todo un test de madurez política.

El Partit Popular de Catalunya (PPC), la derecha españolista catalana, ha pasado de 19 diputados en el 2012 a 11. Es obvio que ha perdido, y de una forma dolorosa después de los grandes esfuerzos ha hecho durante la campaña para convencer a la gente de la caída al infierno de los catalanes si ganaban los independentistas. Pero se consuelan sumando y restando votos a su manera a fin de afirmar que el independentismo ha perdido las elecciones y que la población catalana quiere seguir siendo España. Y, por tanto, todo ha de seguir igual y aquí no ha pasado nada. Tenemos que puntualizar que cuentan como votos contrarios a la independencia todos los que se han depositado en las urnas salvo los de JxSí y la CUP, nulos y en blanco incluidos. No hay peor ceguera que la del que no quiere ver.

Catalunya Sí que es Pot (CSQP), la coalición de la izquierda popular surgida de descontento, la izquierda procedente del comunismo catalán y los verdes, ha obtenido 11 diputados, dos menos de los que obtuvo la alianza Iniciativa per Catalunya Verds i Esquerra Unida i Alternativa (ICV-EUiA) en el 2012. La irrupción del Podemos catalán, pues, no ha sido gloriosa y sus líderes lo reconocen. La indefinición y las dudas de la coalición sobre la independencia les ha pasado factura en unas elecciones en las que el votante ha situado la identidad nacional por delante de las reivindicaciones sociales. Una mala percepción de la realidad catalana y del momento ha comportado unos resultados pobres para aquellos que aspiran a ser una alternativa a los partidos tradicionales españoles.

El Partit Sicialista de Catalunya (PSC), que reúne el centro-izquierda federalista catalán y el socialismo españolista ha sacado 16 diputados, 4 menos que en el 2012, confirmando la caída continuada del socialismo no independentista desde que en las elecciones del 2003 obtuvieron 42 diputados en coalición con Ciutadans pel Canvi (CpC). A pesar de los malos resultados, ellos están contentos porque se los esperaban peores ―quien no se consuela es porque no quiere― y siguen insistiendo en la reforma de la Constitución como única vía para solucionar el entendimiento de Catalunya con el Estado español. Una reforma que con la actual correlación de fuerzas es inviable. Deberá esperarse a las próximas elecciones generales para ver si el PP, que no quiere ni oír hablar de reformas constitucionales, pierde peso en las dos cámaras parlamentarias y la propuesta socialista tiene alguna posibilidad. El problema es que ha de perder mucho peso.

Ciutadans (C’s) ha sido uno de los grandes triunfadores de las elecciones, triplicando sus diputados, que de 9 en el 2012 han pasado a 25. El partido, que se presenta como una iniciativa civil para la renovación democrática, la transparencia, la justicia y la defensa de la unidad de España, está recogiendo el voto que se escapa de un PP corrupto e inmovilista y un PSC/PSOE desgastado por la mala gestión de sus últimos gobiernos y la falta de renovación y liderazgo. Su discurso populista ha calado entre los inmigrantes y descendientes de inmigrantes españoles del área metropolitana de Barcelona, que lo ven como una alternativa nueva y joven a los políticos de siempre. El estado de euforia en que viven tras estos buenos resultados les hace sacar pecho y presentarse como los triunfadores en la defensa de la integridad de España en las urnas, y con 25 diputados de una cámara de 135 aspiran a dirigir el rumbo de la política catalana.

Junts pel Sí (JxSí), que reúne Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y otros partidos, junto con entidades de la sociedad civil como la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural i Súmate, ha sido la candidatura que ha aglutinado la voluntad independentista de democratacristianos, republicanos, socialistas, comunistas, ecologistas y gente cansada de soportar el trato soberbio y desconsiderado del Estado español. Ellos han sido los ganadores de las elecciones con 62 diputados, lo que les permite formar gobierno con el soporte de la CUP. Su victoria, a pesar de las lecturas interesadas que han hecho los partidos españolistas, es un triunfo del independentismo, que podrá seguir su recorrido hacia la constitución de una República Catalana.