Reflexiones

Ante una nube gris con reflejos rosados

Cuando regresaba a casa al atardecer, he mirado al cielo y he visto una nube gris de tormenta con matices rosados que era una maravilla, y he sentido una gran satisfacción en poderla contemplar. Y mientras la admiraba, indiferente al tráfico de la calle de Aragón, he pensado que no tenía que preocuparme por ella y su futuro. Porque antes de que nosotros acabemos con el planeta, él se librará de nosotros, y la grandeza de sus procesos y fenómenos permanecerá; simplemente que ya no los veremos. Y que el eslogan de los ecologistas “Salvemos el planeta” está mal formulado; lo que debería decir es “Salvemos la especie humana”. Pero somos tan arrogantes, incluso los ecologistas, que pretendemos salvar el Universo desde la partícula. Y la partícula somos nosotros, seres inteligentes individualmente —unos más que otros—, pero de una estupidez colectiva que estremece.

Mientras en Catalunya la oligarquía cortesana y caciquil que controla el Estado español desde hace siglos se esfuerza en perpetuarse en el poder con amenazas y suspensiones de derechos individuales y colectivos ante la voluntad de los catalanes de querer decidir su futuro político, en el mundo hay jefes de estado que se desafían con una guerra nuclear que lo haría volar todo por los aires junto con varios centenares de miles de insignificantes humanos, como ya pasó aún no hace ni ochenta años en el Japón. ¿Es esto ser inteligente? ¿O más bien un egoísta aprovechado y un asno irresponsable?

Ni el gobierno del PP, con la arrogancia chulesca de los hidalgos, quiere oír hablar de modificar las leyes injustas para millones de ciudadanos que rigen en España, ni el organismo internacional que debería de velar por la paz en el mundo es capaz de acallar las amenazas desaforadas de dos megalómanos revestidos de poder por individuos tan cretinos como ellos. Y estos son únicamente dos ejemplos de nuestra incapacidad para organizarnos sin perjudicarnos los unos a los otros, pero hay muchos más frente abiertos a la barbarie y a la desesperanza. Tan solo hace falta mirar África y su expolio, el calamitoso Oriente Medio, la violencia impune que reina en países centroamericanos y sudamericanos, las guerras religiosas de Asia, la explotación de millones de individuos por mafias económicas o de rufianes… Dolor y más dolor… ¿Qué nos pasa? ¿Sabemos quiénes somos? ¿Sabemos dónde estamos y a dónde vamos?

Queremos actuar como dioses cuando somos simples mortales tan solo un poco más despiertos que una rana.

¡Qué ingenuidad querer salvar el planeta!

El semáforo se ha puesto verde y cruzo la calle de Aragón. La nube gris y rosada permanece en el cielo de Barcelona; su masa etérea se extiende por encima de la ciudad, colosal y amenazadora. Esta noche puede que haya tormenta. Y subo a casa y me cobijo en ella con comodidad y rodeado de electrodomésticos y pantallas. Al menos hasta ahí hemos llegado.