Reflexiones

A propósito de Patrick Modiano

A veces tengo la sensación de que me falta solidez y densidad. Después de leer a Patrick Modiano, tengo el convencimiento. ¡Qué le vamos a hacer! Cada cual es como es y en su construcción entran factores incontrolables, que no dependen de uno mismo: la herencia, la familia, las circunstancias…; lo que es innato y lo que es adquirido; los genes y la sociedad. Esto nos convierte en personas distintas, con una percepción de la realidad propia y una inserción en esta realidad individualizada e incomunicable: nuestra personalidad, este yo único y singular, del que tan solo mostramos unas pocas facetas a los otros y que vislumbramos a destellos si estamos atentos a sentimientos y emociones.

Los artistas suelen mostrar parte de este yo a través de sus obras, sean las que sean, se manifiesten como se manifiesten. Una obra de creación siempre muestra algún aspecto de su creador, solo hace falta saberla leer; lo cual no tiene nada que ver con la calidad de la obra.

Patrick Modiano es uno de esos artistas que construyen la obra a partir de ellos mismos, que siempre están presentes en ella en un grado importante. Modiano es escritor y las referencias a su vida, si bien no son evidentes y manifiestas, se adivinan en las historias que nos cuenta y en la forma de contarlas. En su pluma, las descripciones de personas, lugares y hechos tienen un punto de intimidad que casi los convierten en confidencias biográficas. Por eso puedo intuir una personalidad grávida, capaz de percibir las resonancias más íntimas de los demás, de escrutar su alrededor con una mirada atemporal que traspasa pieles y realidad. Me admira su escritura de la interioridad humana, de lo subyacente, esta capacidad suya de trascender la frialdad de un formulario o un registro oficial y convertir la transcripción en un elemento más de la historia, lleno de significado.

Únicamente llevo leídas dos obras suyas y ya tengo la sensación de conocerlo, y este conocimiento me enriquece y me conforma. Al leerlo, me ha parecido que era una voz que aguardaba, que necesitaba escuchar; su registro despierta en mí emociones que me conmueven y me hacen más consciente de la propia experiencia de vivir. De su mano imagino y saboreo personajes y paisajes urbanos, desplazamientos y contingencias meteorológicas, interiores arquitectónicos y rememoraciones dolorosas de crueldades y desapariciones; todo adquiere valor en su prosa sobria y serena, sin estridencias, con pausas mesuradas y digresiones oportunas; todo, todo me conforta y me consuela de este tiempo tan diferente al que describe, pero que siento igual de inestable e indefinido, sin un futuro esperanzador a pesar de toda la tecnología que nos rodea.

Esta mañana he enviado un correo a la editorial que ha publicado la mayor parte de su obra traducida y he pedido que me mandasen todos los títulos de Modiano que tienen en el catálogo, los que he leído también —los había sacado de la biblioteca pública. Tener su voz en casa, mirar los libros que ha escrito y recordar el relato distante y pulcro y, a la vez, lleno de sentimiento y humanidad, es un placer que me puedo permitir, y que prefiero a cualquier yate amarrado en un puerto mediterráneo.