Xavier Roca, un hombre importante sin importancia

La semana pasada fui a un desayuno-coloquio sobre el corredor Mediterráneo, al que me invitó mi amigo Xavier Roca. Asistieron un nutrido grupo de alcaldes, políticos y empresarios; unos sentados en la mesa de los ponentes, otros, en las mesas inmaculadamente blancas y redondas del salón del Hotel Avenida Palace, de Barcelona. El encuentro lo había organizado la revista digital alcaldes.eu y fue muy interesante, pero no hablaré de él. De quien quiero hablar es del amigo Roca.

Es un hombre delgado, tirando a alto, de rostro alargado y expresión amable, con un punto de dulzura. Pero sobre todo es un hombre tranquilo. Bueno, no sé si la procesión le va por dentro, pero al menos no se le nota y transmite una serenidad y una placidez que te hace grato estar a su lado.

Lo conocí muy joven, con poco más de veinte años ―quizás tenía más, pero aparentaba menos. Él trabajaba en Editmedia TV, una productora de vídeo especializada en proporcionar noticias a las cadenas de televisión. Era la segunda mitad de los años ochenta y el mundo del audiovisual vivía en permanente efervescencia. Yo venía de una empresa del sector que acababa de cerrar y Editemedia TV me contrató para hace un vídeo institucional para Caixa de Barcelona, que poco después se fusionaría con La Caixa de Pensions para constituir La Caixa d’Estalvis i Pensions de Barcelona, conocida simplemente como La Caixa. Acostumbrado a estar rodeado de gente que vivía la profesión de forma frenética y trepidante, el ritmo lento y pausado de Xavier me sorprendió. Y cuando empezamos a trabajar, su trato amable y sereno me hizo olvidar el tiempo que había estado bajo la dirección de un gerente crispado con tendencia a la iluminación. En seguida me di cuenta de que era reflexivo, escrupuloso con el trabajo, metódico y seguro, y que se podía confiar en él a pesar de su juventud. Y me entregué sin reservas y con los cinco sentidos puestos a organizar la producción para que aquel encargo de Caixa de Barcelona tuviese la dimensión y la factura que él le quería dar ―era el realizador.

Fue una coincidencia breve, después cada cual siguió su camino profesional y vital. Yo terminé dejando el audiovisual, pero Xavier continuó, soportó con más o menos fortuna las sucesivas crisis que ha sufrido el sector y, finalmente, se ha hecho un espacio en el campo de la comunicación con dos publicaciones online especializadas en el ámbito municipal y de la empresa: alcaldes.eu y feedback today.net ―las enlazo con los lugares web por si alguien quiere echarles un vistazo.

Pasamos mucho tiempo sin vernos, pero de aquel encuentro quedó un afecto latente que se puso de manifiesto debe de hacer cosa de tres años, cuando un amigo común, Carles, nos volvió a reunir junto con otros amigos del mundo de la imagen. Desde entonces, cada seis o siete meses nos vemos y nos ponemos al corriente de nuestras vidas. Ahora, Xavier Roca es un padre de familia numerosa, hombre de empresa y promotor de encuentros e iniciativas que lo llevan a relacionarse con políticos y empresarios; tiene el prestigio y la solvencia suficiente como para reunir regularmente alcaldes de toda Catalunya, consejeros de la Generalitat y altos cargos del gobierno y del mundo empresarial para debatir en torno del municipalismo y el arte de gobernar; un señor importante, diríais. Pues sí, pero no. Es importante porque es un buen profesional, inteligente y trabajador, que se ha sabido situar y obtener este éxito que tanto cuenta en nuestra sociedad, porque ha construido una familia amplia y se ocupa de ella, porque corresponde a los afectos que recibe de los que lo rodean, porque habla poco y con mesura, porque ríe las bromas de los amigos y las hace, a pesar de su aspecto serio, y por algunas cosas más que desconozco. Y no es importante porque simplemente no se lo cree y sigue manifestándose con la misma amabilidad afectuosa de cuando lo conocí hace casi treinta años.