El lago de Banyoles

La semana pasada estuve en el lago de Banyoles. Hacía más de veinte años que no iba y lo encontré cambiado respecto del recuerdo que tenía de él. Ahora, los alrededores del lago están más humanizados y un paseo preparado con pasarelas y miradores permite darle la vuelta cómodamente. No obstante, no ha perdido su encanto natural y caminar por la ribera contemplando el deambular de los patos y la suave ondulación del agua es agradable y sosegador. Pero si tenéis que ir, procurad hacerlo un día laborable, porque el fin de semana se llena de familias con niños y perros, ciclistas, corredores y paseantes, y lo que debería de ser un disfrute es un enojo.

El lago de Banyoles es el lago natural más grande de Catalunya y tiene la particularidad que su origen es la combinación de un fenómeno tectónico y de una morfología cárstica. Por un lado, una línea de falla que corre de norte a sur pone en contacto materiales permeables con materiales impermeables; éstos actúan de barrera de las aguas que circulan por el interior de los permeables, que se ven obligadas a ascender. Por otra, la circulación de agua subterránea disuelve los yesos y las calizas subyacentes y provoca el hundimiento de los terrenos superpuestos y el afloramiento de las aguas a la superficie. De modo que el lago de Banyoles y los estanques de su alrededor no son nada más que los embudos de salida de un sistema cárstico alimentado mayoritariamente por aguas que provienen de la Alta Garrotxa. Esto explica que el 90 % del agua del lago provenga de acuíferos subterráneos.

La presencia de terrazas travertínicas cerca del lago —se pueden observar en el curioso paraje conocido como Les Estunes— indica la existencia hace unos dos millones de años de un área lacustre más extensa que la actual y que se ha ido reduciendo.  

Cuando a principio del siglo IX el paraje empieza a poblarse a la sombra del monasterior benedictino de Sant Esteve de Banyoles, se inicia la construcción de una serie de canales que permiten desecar la zona pantanosa que rodea el lago, a la vez que actúan de aliviaderos cuando el nivel de las aguas sube a consecuencia de un episodio de fuertes lluvias. Con el tiempo y el aumento de la actividad humana, estos canales pasan a utilizarse como lavaderos y para regar los campos y abastecer prósperas industrias locales. La población de Banyoles ha crecido junto al lago hasta convertirse en la actual capital de la comarca del Pla de l’Estany y un centro turístico dinámico y con tradición.

La obertura en el año 1862 del balneario de la Font Pudosa atrajo al lago de Banyoles una burguesía acomodada que puso de moda venir a tomar las aguas, descansar, pasear en barca y pescar. De esta época datan las singulares pesqueras, casitas que se adentran en el agua unos metros, unidas a la ribera con pasarelas. Fueron construidas en las riberas este y sur del lago entre mediados del siglo XIX y 1931, que el Ayuntamiento prohibió que se hicieran más, con la finalidad de situar cómodamente a los pescadores en un punto lo suficientemente profundo para lanzar el anzuelo.

Las pesqueras son la substitución sofisticada de las tradicionales pasarelas y plataformas de madera que había antes de la llegada de veraneantes adinerados y que Banyoles tuviese sus propios potentados. Con el tiempo, la función de las pesqueras se fue ampliando y, si al principio solo eran modestas construcciones para pescar y guardar los útiles de pesca, más tarde, algunas acabaron convirtiéndose en pequeños chalés sobre el lago, con espacio para guardar una o dos barcas y el interior preparado para quedarse a dormir; las plataformas que las rodeaban se ensancharon y se dotaron de escalas para poder bajar a bañarse. ¡Todo un lujo!