Lo que no está dibujado

Exposición de William Kentridge en el CCCB

Hace un par de semanas fui a la exposición Lo que no está dibujado, en el CCCB, del artista sudafricano William Kentridge. No lo conocía y fui porque había recibido una invitación, Isabel venía a Barcelona y pensé que sería una actividad que le podría gustar. Mi interés por el arte existe, pero, no sé por qué, me moviliza pocas veces, y si cuando me moviliza, acierto con el artista, me recrimino no dedicarle más tiempo y esfuerzo. Y así me pasó con William Kentridge.

Kentridge es un artista multidisciplinario, de reconocido prestigio internacional y que en la exposición del CCCB muestra su obra cinematográfica de animación, tapices y algunos de los dibujos al carbón que se filmaron. También ha dirigido montajes operísticos, ha hecho grabados, collages y esculturas, además de escribir y realizar performances. En el año 2016 fundó el Centre for the Less Good Idea (Centro para la idea menos buena) en su ciudad natal, Johannesburg, en el que se apoya proyectos de artes experimentales, colaborativas y transversales.

El núcleo de la exposición lo componen los cortometrajes de animación que Kentridge realiza entre 1989 y 2020. El sujeto de la animación son dibujos hechos al carbón, con toques de color en algunos casos, de trazo enérgico y superficies difuminadas a base de borrar y volver a dibujar encima. La técnica empleada para conseguir la animación ha sido la tradicional en este género cinematográfico: filmar dibujo a dibujo en película de 16 o 35 mm, salvo en la última, que se hace en vídeo. El total son 11 films, de duraciones que van entre los 3 y los 10 minutos, en los que, a través de dos personajes antitéticos, el industrial y exitoso hombre de negocios Soho Eckstein y el poeta Felix Tietlebaum, el artista reflexiona sobre la sociedad sudafricana y sus traumas resultado de un proceso histórico cargado de violencia y dolor: el apartheid. Pero su reflexión traspasa la superficie de la crónica o la denuncia y penetra en el alma humana, sus dudas y remordimientos.

Complementan los films una serie de tapices de grandes dimensiones, en los que Kentridge, sobre fondos de cartografías y elementos de color, dibuja negras siluetas que parecen extraídas de sus películas. También se muestran, enmarcados, algunos de los dibujos realizados para las animaciones.

Pero la pieza más sorprendente y fascinante es, sin duda, el largo friso en movimiento que evoca una procesión ritual, una manifestación de desposeídos, un éxodo de refugiados, un desfile festivo y una danza de la muerte, todo a la vez. Las figuras van apareciendo por la izquierda en forma de siluetas sobre un fondo musical y se desplazan ante tu mirada mostrando en sus movimientos toda la carga de infortunio, de desesperanza o de felicidad. Son cuerpos que caminan pesarosos, se estremecen, saltan o bailan y que, sucesivamente, te van sugiriendo los diferentes estadios de dolor y alegría a que puede estar sometida el alma humana. Y así, como sombras comunicadoras de emociones, recorren 40 metros de pantalla hasta desaparecer por la derecha dejando un sentimiento indefinido que se mueve entre la admiración por la obra y la inquietud emocional que ha provocado su contemplación

Una recomendación. Si vuestro interés por la exposición va más allá del mero entretenimiento cultural, os recomiendo adquirir el folleto que venden en la librería de la entrada del CCCB. Será una guía útil. Yo, como no sabía lo que iba a ver, lo compré a la salida y, una vez leído, me supo mal no haberlo hecho antes de entrar.